Las primeras imágenes en blanco y negro del cortometraje ofrecen un dibujo antiguo y potente sobre circunstancias adversas que atravesó el Paraguay en el siglo XX, y cuyos ecos aún pueden escucharse en el presente. Karai Norte, cuya inspiración proviene de un cuento titulado Arribeño del norte del escritor Carlos Villagra Marsal, nos permite dialogar con un tiempo pretérito, reconstruyendo una memoria no solo histórica, sino fílmica, ante la ausencia de una historia cinematográfica en este país.
El trabajo de Martinessi tiene un aspecto sorprendente, que es mostrarse de una forma arcaica, de recomponer una trama memoriosa sostenida por dos actores, uno profesional, Arturo Fleitas, y una anciana, Lidia viuda de Cuevas, que aparece por primera vez ante las cámaras. El arte cinemático de Karai Norte nos sumerge a un cine costumbrista y lento, con actuaciones naturalistas, en un escenario real, aunque dentro de una ficción controlada. Por otro lado, el estado de contingencia y precariedad socio-económica retratado en el cortometraje es capaz de resignificarse universalmente, apoyada en una caracterización deudora de la cultura popular latinoamericana.
Cuadro de situación: de la literatura al cine
El cortometraje Karai Norte presta igual atención a sus imágenes visuales en blanco y negro, como a las sonoras, y está narrado enteramente en guaraní, la lengua amerindia más hablada de Sudamérica. Recordemos que el cuento Arribeño del norte fue escrito originalmente en castellano, a pesar que el escritor lo recogió de diversas fuentes de la tradición oral y en guaraní. Medio siglo más tarde, éste audiovisual vuelve a utilizar la lengua original en la que alguna vez Villagra recibió la(s) historia(s) para armar su relato.
El cuadro de situación actual es bien distinto, pero los ideales que inspiraron a un artista como Villagra siguen vigentes en la mirada de Martinessi. La cita literaria de la que se vale Martinessi forma parte de un mecanismo de construcción de una obra nueva, un método de búsqueda de un lenguaje audiovisual por el que desplazar el mundo literario hacia el exterior y sumarle colores propios.
Recontextualizar un cuento antiguo, devolver sus discretos colores al blanco y el negro implica desarrollar un tratamiento formal que incorpora experimentaciones como una textura granulada, símil de fotografía antigua, a partir de la transferencia de los negativos de 16 milímetros a 35 mm, situación que finalmente enriquece la percepción de la versión, a la manera de un documento fílmico antiguo.
La fotografía y la ordenación compositiva sobre la superficie de los cuerpos, los objetos y el paisaje es inolvidable. El sonido es claro, insistente y de altísima calidad: se escucha el galope del caballo, el crujir de la precaria cabaña de madera golpeada por el viento. Y tanto se siente el viento, golpeando los utensilios de hojalata sin descanso, y que a estas alturas es un protagonista más. Como explica el director sobre este fenómeno atmosférico cálido en la cultura rural paraguaya: “el viento Norte es una presencia extraña, maldita”.
Frente a la acción como motor de la narración cinematográfica, la cámara se dirige también a la periferia de la trama, para detenerse en planos generales como el paisaje espectral del Chaco (la región oeste del Paraguay), o en los ambientes interiores y las cosas que lo habitan. La cámara de Martinessi no es pasiva, es como una cámara intrusa, provocando con su presencia insistente una respuesta de tensión en los actores. Pareciera como si la película se hubiera atascado en un fotograma concreto, como por ejemplo en la inolvidable escena de la mujer peinándose.
Momentos en los que apenas pasa nada más que la cámara moviéndose entre los cuerpos de los actores que se dilatan en una intercambio de palabras, de miradas, o de una comida. El resultado son dos retratos vibrantes, el de una anciana dura y a la vez entrañable; y el de un aplomado vaquero o cowboy sudamericano.
La sombra de la realidad
Gracias a este cortometraje, se pueden seguir fragmentos de la vida civil del Paraguay conectadas con sus circunstancias histórico-políticas, y comprender el infortunio crónico del campesinado. Cabría también la caracterización del carácter estoico de una mujer rural y el épico de un aventurero, resignificado a través de un episodio mínimo, pero que sirve de lente de aumento para entender la construcción del presente sobre el sedimento de revoluciones, dictaduras o despojos.
Karai Norte contiene descripciones naturalistas sobre una forma de vida pre-moderna y aún vigente en la campiña, invocadas con una belleza que es a la vez romántica y terrible. El lado más sombrío y crepuscular de un ambiente campesino, alrededor de los tiempos de la Revolución de 1947, que aunque no tratándola directamente, es el escenario del encuentro aparentemente fortuito entre dos personas.
El contexto que recrea Martinessi mantendría, a modo de reflexión para el presente, intacta la trama de rencores, la venganza, la destrucción del otro (por sus maneras de pensar o actuar) que movilizan las pasiones de sus personajes. Y que por supuesto, que no solamente pueden ocurrir en Paraguay, sino retrotraernos a una auténtica tragedia griega.
Un impresionante final, que quedará grabado en la memoria de más de uno, sería un intento del arte de pronunciarse sobre lo real, aquello que dicen los psicoanalistas es irrepresentable y sin forma. El jinete, sin apearse del caballo, va entregando una a una las pertenencias robadas a la mujer, y como colofón, un resto humano evidencia que estos trofeos han costado una vida. Un trofeo de este señor del infortunio, del verdugo irracional que pinta de cuerpo entero el canibalismo, la venganza sin sentido, la tragedia instalada en una siesta barrida por el viento Norte.
Símbolos artísticos como este cortometraje conforman una página interesante e inteligente de la identidad paraguaya, atractiva y apetecible para todos los ojos del mundo. Una historia delicada que conserva hasta el minuto diez y siete un tono lento y melancólico, y que nos golpea en el último con un final de pesadilla.
(Fotos: Cortesía de Marcelo Martinessi).
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Karaí Norte (Paraguay, 2008). Dirección, guión, adaptación: Marcelo Martinessi. Con Lidia viuda de Cuevas y Arturo Fleitas. Adaptado del cuento Arribeño del norte, de Carlos Villagra Marsal (1953). Dirección ejecutiva: Gabriela Sabaté. Dirección de fotografía: Luis Arteaga. Dirección de arte: Carlo Spatuzza. Sonido: Rodrigo Burgos, José Bogado. Edición: Marcelo Martinessi. Duración: 19 minutos.
Texto publicado en El Pororó, setiembre, 2009.
http://elpororo.wordpress.com/2009/02/16/karai-norte-de-marcelo-martinessi/