[:es]La destrucción de los decorados. Sobre Menhir de Pedro Agüero[:]

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«Si las construcciones que hacen los albañiles de Dios tienen paredes de verdad, es difícil que nuestras destrucciones puedan hacerles el menor daño. Pero me da la impresión de que en lugar de paredes lo que veo por todas partes son simples decorados. Y la destrucción de los decorados es algo completamente justo».

Milan Kundera

Como trasladando las palabras del escritor al lenguaje de las imágenes, Pedro Agüero parece decir algo muy similar.
Participante de una civilización utilitaria en la que el conocimiento pretende superar a la imaginación, el artista procura escapar de la rigidez de su profesión, la arquitectura.
Partiendo del proceso creador del constructor -geometría que enfría las imágenes o retiene sentimientos- primero estructura paisajes armados con la guía de la razón.
Más adelante, no sólo destruye o derrumba las mesuradas construcciones, sino que a los restos arrumbados en apretados recintos los desgaja con pinceladas sueltas y dinámicas que, independientes de las formas, permiten sentir en esa tromba de luz la presencia del hombre.
La pintura de Pedro Agüero adquiere a partir de ese momento la fuerza expresiva del muralista. Sus formatos se agrandan. Sus primeros planos agreden y amenazan. El sentimiento puede más que la razón.
Aparecen después estas obras en las que ya no basta la destrucción de las imágenes. El propio soporte se fracciona en trozos que luego se recompondrán en un ambiguo juego en el que se discute la pertenencia o el rechazo de las partes.
Y por fin sus «dibujos». La libertad del artista se hace franca. La línea se libera definitivamente del color y de la forma y nos hace partícipes de la fuerza del sentir.
Las paredes no eran de verdad. La destrucción de los decorados fue algo completamente justo.

Texto para Menhir – Pedro Agüero. Arte-sanos, 1990.

Texto disponible en el catálogo original: 1990 AGUERO PEDRO MENHIR

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